¿Quién soy?

Hace un tiempo que vengo descubriendo el método MAP y una de las herramientas que me ha sido de gran utilidad es trabajar sobre mis quién soy.

Aprendiendo que mi capital más grande es el tiempo, delimitado por 24 hs en un día, 7 días en la semana, 4 semanas que hacen el mes y 12 meses en el año. En este tesoro finito quiero poder desarrollarme plenamente, lo que implica todo lo que yo soy.

Para comprenderlos y no dejar ninguno en el tintero me fue muy útil examinarlos uno a uno. Que significan para mí, que tiempo concreto les dedico, cada uno con sus implicancias materiales, mentales, físicas, emocionales, etc.

Los quién soy van cambiando a lo largo de la vida, algunos dejan de ser, aparecen nuevos, se mueven en la jerarquía.

Los quién soy son como naipes de la partida de la vida, es importante conocerlos, y elegir cual toca en cada momento. Solo podemos ser un quién soy en cada momento y de saberlos elegir se desprende el cómo actuar. El mejor de los secretos que cuando los aprendes a utilizar aparece una gran paz, encuentro mi armonía interna y se evaporan los tironeos entre el exterior y el interior.

Voy concretando un poco, el primero de todos es que soy persona. Me lleva tiempo “ser” ya que como, me baño, duermo. También mucho dinero: ropa, casa, comida, movilidad. Llevo 38 años siendo yo, y sin embargo me ha costado mucho conocerme.

Mi segundo quién soy viene con pasado, presente y futuro. Soy parte de una familia, siendo hija, hermana, nieta, sobrina y felizmente hace unos años soy también tía. Cada uno de estos me lleva a desarrollar vínculos particulares que necesitan su espacio y tiempo.

Al tercer quién soy cuesta mantenerlo a raya, quiere ocuparse todo, y eso me ha llevado más de una vez a sentirme absolutamente sobrepasada. Este año he aprendido mucho de como ubicándolo, poniéndome límites, en lugar de haberse achicado, se ha robustecido, ya que puedo desempeñarlo con más fuerza y alegría. Soy médica. 

Vivo en Argentina, ya les va a ir quedando más claro con el pasar de los quién soy

El cuarto quién soy, un ser social, mantengo varios vínculos, laborales, de organizaciones y grupos. Pero quiero hacer foco en los amigos. Soy amiga y tengo amigos. En las distintas etapas de la vida cambia el tiempo que podemos dedicarnos, del 24/7 de la adolescencia y los años de la universidad a los malabares para poder coincidir entre horarios cruzados y distancias físicas. Lo que no cambia es la necesidad que tengo de compartir mi vida con ellos.

Cada país tiene sus costumbres, tradiciones. Cada uno de nosotros somos parte de una cultura. En mi quinto quién soy fui reflexionando, arranque pensando que era un perro verde y envuelta en la efervescencia del mundial me di cuenta de que tengo muchas cosas “argentas”. Cualquier excusa es motivo de un asado, sin que eso incluya el asado familiar de cada domingo. La semana arranca con el pie derecho si la pelota entre en el arco, mala semana si dio en el poste y se fue afuera. El Covid quiso matarnos el mate, pero se necesita más que una simple amenaza de caducidad para que nos quiten ese gusto por compartir hasta de la misma bombilla con un ser que hace medio segundo no conocía su existencia. 

De política odio hablar, pero eso no quita que tenga mi responsabilidad ciudadana. Cada uno la desarrolla a su modo, unos abrazan banderas, ideas o líderes. A mi nada me convence del todo, me desanima el oportunismo político, el flagelo de la corrupción, el clientelismo. Valoro profundamente el consenso, ojalá algún día se conviertan los debates en diálogos, no me interesan los discursos sofistas, me movilizan los que buscan verdad. Esto es mi sexto quién soy, para mi sorpresa, un ser político.  

El séptimo es mi fortaleza y a su vez mi debilidad. Es mi puerto seguro, pero abrirlo al público me da sensación de vulnerabilidad. Soy un ser espiritual. He aprendido que espiritualidad no es lo mismo que religión. Leí por ahí una frase que me gustó mucho: las religiones son los dedos que señalan la luna, la espiritualidad la necesidad de poseer la luna en nuestro interior. Todos tenemos una dimensión espiritual, y descubrirla nos conecta con una inmensidad de capacidades que no sabíamos que poseemos. He aprendido que lo que más necesito es silencio, es ahí en donde al fin me encuentro conmigo y con Dios.

Mi octavo quién soy tiene que ver con mis hobbies, pasatiempos, actividades de desconexión o conexión conmigo misma. Admito que las tenía descuidadas, cuasi calificadas de “lujo”. No en vano les dije que apenas si me conocía, desde que les di tiempo me han ayudado enormemente en vivir con más paz y armonía. Me pueden los colores, aromas, pinto sin escuela, apoyada en el argumento que los niños pintan mucho antes de saber que les tenían que “enseñar” a hacerlo. Los libros de tapa dura, ilustrados son mis tesoros más custodiados, me pierdo en sus páginas y solo vuelvo cuando ya estoy llena.

El noveno no es el último, pero es hasta donde yo llegué… me jacto de ser muy fiaca, amo estar en mi sillón con un libro y música de fondo. Pero voy a admitir que hacer ejercicio me hacía falta y no se trata solo de moverse, arrancas a entrenar y ya te queres superar. Si señores, sobre todo para mis hermanos que me animan a ejercitarme un poco, soy un ser deportivo. 

A mi me ayudó a descubrirlos intentar primero dibujarlos y después expresarlos en un intento de poema. Hay mil formas de trabajarlos, yo los animo a intentarlo. De verdad saber quién soy me está cambiando la vida.

Florencia Negri Aranguren

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