Soul de Disney (Spoilers)

El pasado día de Navidad, Disney estrenó Soul, una producción de Pixar a cargo del gran Peter Docter (Inside Out, Up, Toy Story …). Una pequeña joya del cine que destacamos y donde hemos encontrado muchas de las intuiciones fundamentales que animan la investigación de MAP.

Todos hemos visto películas de dibujos animados en las que los personajes se golpean y caen una y otra vez sin consecuencias, como mucho les sale un bulto más o menos voluminoso y una corona de estrellas que giran alrededor de la cabeza. A Soul, en cambio, las caídas tienen consecuencias, de hecho, estas son tan relevantes que configuran el hilo conductor de la narración. En primer lugar, al inicio de la película, está la caída de Joe, el protagonista, a un alcantarillado que le hace perder la vida e iniciar el tránsito al más allá. Posteriormente, en la dimensión del «más antes» vemos como las almas que obtienen la chispa para iniciar la vida se deben tirar a través de un agujero y caer a la Tierra. La vuelta a la vida de Joe con su compañero Veintidós, al que hace de mentor, también se produce por una caída. En Soul todas las caídas tienen consecuencias determinantes, suponen un cambio de estado radical en el personaje que las padece. Entre todas, sin embargo, la más significativa según mi criterio es la que se produce cuando Veintidós encarnado en el cuerpo de Joe está sentado en el suelo pensativo y de repente ve caer de un árbol una hoja sámara, que cae girando como la hélice de un helicóptero. Esta hoja realmente es una semilla, destinada a ser un árbol. La caída relevante, sin embargo, no es la de la semilla, o mejor dicho, no sólo es la de la semilla. En el momento que Veintidós ve caer la semilla, él también cae, pero no físicamente, él cae en la cuenta de lo que es la enseñanza principal de la película.
Darse cuenta de algo, es un caída, un toparse con una realidad que se impone, respecto a la que no hay discusión, ni cálculo, por eso decimos que caemos en la cuenta.

Veintidós, un alma que lleva desde los inicios de los tiempos buscando la chispa que lo impulse a iniciar la vida y que a pesar de haber recibido las enseñanzas de grandes maestros de la humanidad como Arquímedes, Copérnico, Carl Jung o la Madre Teresa, no encontró ninguna razón, ningún argumento que le convenza de que la vida vale la pena ser vivida, pero al ver caer la hoja que es un fruto, lo capta, y lo entiende sin palabras, no dice nada pero al espectador le queda absolutamente claro que ha sufrido una transformación profunda. Veintidós quiere vivir porque ha vivido, porque ha caído accidentalmente a la vida, como la hoja sámara cae en la tierra y da fruto transformándose en un árbol. No hay razones, no hay palabras que expliquen la vida, que motiven a vivir, de hecho no se nos pide permiso, en la vida nos encontramos tirados, como decía el filósofo Heidegger. Cuando los dos personajes vuelven a la dimensión del «más antes» Veintidós ha conseguido la chispa.

Según la tradición bíblica Dios lo hizo todo con su palabra, lo hizo todo con las 22 letras del alfabeto judío que forman todas las palabras que existen. El 22 es el secreto de la creación. Hay pero un acto de creación, un caer a la existencia más allá de todas las palabras.

Del mismo modo que no hay un argumento o discurso que justifique la vida tampoco hay un objetivo que le dé sentido. De esto último se da cuenta Joe, cuando al cumplir su sueño de tocar en la banda de la Dorothea siendo un gran vacío. Dorothea le cuenta entonces el relato del pescado que le pide a otro pescado donde es el océano, y cuando recibe como respuesta que ya está en él, el primer pez dice: «No, esto sólo es agua». Joe cae en la cuenta que Veintidós mientras ha sido encarnado en su cuerpo ha vivido con una plenitud que él había perdido y que la chispa no es un proyecto, profesión o sueño que debe ser cumplido, sino que la joya de la vida se encuentra en la riqueza infinita del presente.  

Joe y Veintidós finalmente se hacen de mentores el uno al otro. Lo crucial en la relación entre maestro y alumno es que la enseñanza y el aprendizaje son bidireccionales. Los mentores no deben amortiguar la caída, sino que deben procurar que suceda. Caer en la cuenta, aprender, es una experiencia personal que no se puede transferir.

Soul no es una película sobre el cielo, ni sobre el mundo espiritual. El más allá queda ignoto, no llega a ser traspasado por ningún personaje, es un portal blanco del que nada sabemos. Soul es una película sobre el más cerca, tan cerca que topamos porque lo tenemos delante de las narices. Que no nos pase como aquellos personajes deformados y ciegos que deambulan en el limbo desconectados de la vida, y si nos pasa, que la nave del Astro nos capture y nos haga caer.

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